
Él, ciego
tantea la forma acaracolada,
busca el mar aquel.
Los rulos se encaprichan,
los labios secos llenos de sal.
Su ojo vive en una prisión de opacas,
la abre, la roza...
Él tantea lo fino
quiebra el ritmo
y va como en un baile
con la poca brisa.