Una mujer
suda y bebe
en finos sorbos siempre humeantes
nubes incoloras que hablan del calor.
Sin cielo
la otra multitud
se entrelaza en palabras opacas.
Ella misma
quema la yema de sus dedos
y borra el sabor de su venida.
Pequeños golpecitos
no es para ella esa magia
retrocede
y están
las rejas de otro laberinto.